“El adiós”
Eres doloroso
como las promesas rotas,
los falsos sueños de amor,
más estériles que la árida tierra
donde nuestros pies se han besado,
donde nuestros miembros
han vibrado con una fuerte
pero ilusa pasión.
Eres la tristeza
de una mañana sin colores,
del rechazo de nuestros sabores,
que se han rozado entrelazando las horas
en el secreto de tu alcoba
donde nunca he habitado tu cama,
donde nunca he vivido tu corazón.
Eres amargo
como las máscaras de hiel
sobre nuestros rostros sin aliento,
destiladas gotas de muerte y veneno
para lavar tu alma del pecado,
mientras, orgulloso, has ensuciado la mía.
Ahora me encuentro en el charco de sangre
de recuerdos vanos y salvajes,
de un errror que nunca cometí,
que tú bañas en el odio profundo
de tu invierno
sin más primaveras.
“El Sena”
Me decías: “Déjate seducir
por el viento indomable de primavera,
por la luz de las flores en la hierba,
por la fuerza de los árboles al cielo,
por la plenitud de mi ser
cuando mece temblando tu cuerpo”.
Me decías: “Cree y vive
tras la danza de las estaciones,
cabalgando la noche más oscura,
movida sólo por la luz de las estrellas,
amando la lujuria desenfrenada
de nuestros besos sin fin”.
No sabía que tu amor
ocultaba la soledad,
que tus ojos fuesen
el desierto atractivo
como estas aguas
en las que perdí el control,
me perdí a mí.
No pensé que el Sena
fuese el barro en el que
has engullido toda esperanza,
borrando todo canto mío
de los labios carnosos,
acelerando la carrera
de mis restos hacia el mar.
Estoy silenciosa
en mi lucha…
agonizante.
Estoy triste…
je suis triste…
parce que tu me manques…
Y sigo mirando el agua
que fluye recuperando memorias
entre piedras y negros candeleros,
entre querubines y caballos alados.
Dulces recuerdos de paseos
a lo largo del río, mientras
nuestros cuerpos crecían
y nuestras almas
se llenaban de nosotros
como botellas vacías
dejadas abiertas bajo la lluvia
fragorosa del otoño.
Y sigo viendo tus ojos
aquí mismo, frente a mí,
de ensueño como las estrellas,
vibrantes en el espacio infinito,
en el juego de luces y sombras
de la noche insaciable.
El mundo espía mi pensamiento
cuando vuela hacia los abrazos
en el puente Mirabeau,
cuando se aleja de la forma
para volver al origen,
buscándote a ti en los reflejos del agua.
… tu me manques…
Salgo de mi pensamiento
y de sus engaños.
Escucho la música
fluirme en las venas.
¿Por qué debo elegir ?
¿No puedo esperar
a que llegue el día para salvarme?
Levanto los ojos y todo brilla,
todo es un único gran punto
brillante y sin rumbo.
Sólo es el ojo de la noche
que desata las bocas;
es la linterna desconocida
que hiende el dolor de los pasos
pálidos y desfibrados;
es el faro que ilumina la mente
y enjaula el misterio del hombre,
renovándolo en cada amanecer.
…tu me manques…
¿Por qué te fuiste?
¿No podías esperar
el paso natural
en el puente del tiempo?
¿No podías seguir
caminando entre amapolas
en flor, mientras que la Vida te sonreía?
…tu me manques…
Renuncié a la luz,
al perfume de tu piel,
a la poesía que goteaba
de tus ojos cuando
respirábamos el ocaso
caminando por l’Allée des Cygnes,
mientras el fuego eterno
de la libertad ardía en la antorcha
para alumbrar al mundo,
sembrando tensiones inconscientes
en el abrazo ilimitado
de nuestros brazos sin tiempo.
Sucumbí al halago
del agua pensando que era
el fluido de la vida que lenifica
los movimientos del feto y le nutre,
pensando que podía limpiar
mis pecados renovándome
ante los ojos del mundo
que estoy a punto de dejar;
ahora el agua me ha invadido,
está en mis pulmones, en mis huesos.
Me siento deslizar hacia abajo,
me voy en la profunda oscuridad.
Soy libre de amarte, al fin,
¡soy libre de gritar
mi amor,
nuestro amor!
Me muero
y no dejo de pensar en ti ,
en tu sonrisa, en tus besos…
Je meure pour toi…
parce que tu me manques…
ALL RIGHTS RESERVED Elisabetta Bagli
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